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¿Qué es la autoestima?
Es el concepto y la imagen que tenemos de nosotros mismos, es decir, cómo nos vemos interiormente, con nuestras fortalezas y debilidades. Según la idea que tengamos de nuestra propia valía, confiaremos más o menos en nuestra capacidad para alcanzar los objetivos que nos marcamos. Por ello es importante trabajar la autoestima para aumentarla, si ésta es baja. La mayoría de los problemas emocionales que se presentan a lo largo de la vida se producen precisamente por falta de autoestima.
La autoestima se empieza a forjar desde la infancia más temprana, a través de las experiencias y los mensajes que recibimos de nuestros seres queridos y, en especial, de nuestros padres. Después, se va moldeando en las sucesivas relaciones sociales que establecemos con otras personas del entorno. Por ejemplo, si alguien desde que era niño escuchó en su casa que no valía, que era tonto o que era malo, seguramente su autoestima se vio dañada. Por el contrario, si recibió amor incondicional, se le premió por sus logros y se le enseñó a superar los obstáculos y a aprender de sus errores, esa persona tendrá una alta autoestima.
¿Cómo son las personas con baja o alta autoestima?
Las personas con baja autoestima se lamentan mucho, se critican a sí mismo constantemente y tiran la toalla a la menor dificultad. Sin embargo, aquellos que tienen alta autoestima viven en calma, se aceptan como son, piensan bien de sí mismos y de los demás, no se castigan cuando se equivocan y tienen mejor salud física y emocional. Hay que tener en cuenta también a esas personas que muestran un exceso de autoestima, por encima de los niveles adecuados. Se trata, en muchos casos, de manifestaciones narcisistas y egocéntricas de la personalidad que, paradójicamente, pueden ser una fachada para esconder su inseguridad.
¿Se puede subir autoestima?
Efectivamente, la buena noticia es que la autoestima es como una planta que, si se la cuida con algunas técnicas sencillas, puede crecer sana y fuerte:
1.- Cambiar el diálogo interior. Es importante hablarnos y tratarnos con cariño. En lugar de pensar “yo no puedo” o “lo voy a hacer mal”, empieza a decirte “sí puedo”, “voy a por ello”, “voy a superar mi miedo”, “yo valgo” o “me quiero a mí misma”.
2.- Ahuyentar el sentimiento de culpa. No podemos dejar nuestra autoestima a merced del resultado de nuestras acciones. Si algo sale mal o hemos cometido un error, no quiere decir que valgamos menos. Los errores son para aprender de ellos no para castigarse.
3.- No poner nuestra autoestima en manos de los demás. Si vivimos pendientes de la opinión otras personas o buscando siempre su aprobación, nos sentiremos frustrados con frecuencia. Es necesario aceptar que nadie gusta a todo el mundo y, sobre todo, que cada uno de nosotros, con nuestras cualidades y defectos, somos únicos e irrepetibles.
4.- Practicar el sentido del humor. Debemos reírnos un poco más de nosotros mismos, de nuestros defectos y debilidades, en lugar de ocultarlos con mecanismos de defensa como la queja, la ira o la pena. Así, poco a poco, le perderemos el miedo a equivocarnos y nos sentiremos más libres.
Victoria Souviron es psicóloga especialista en problemas de autoestima.