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El maltrato psicológico contra la mujer provoca secuelas tan graves como la violencia física, pero los golpes emocionales no dejan heridas ni moratones visibles a los ojos de los demás. De ahí su dificultad para desenmascarar al agresor. El maltratador de guante blanco no te da una paliza, pero te revienta la autoestima con críticas constantes sobre cómo haces las cosas. No te insulta abiertamente, pero te dice a menudo que eres “cortita” o que “no te enteras de nada”.
No te prohíbe salir con tus amigas, pero a la vuelta te estará esperando con cara de perro para que te sientas culpable por haberlo “abandonado” toda una tarde. Tampoco te ordena cómo debes vestir, pero sí te hace alguna sugerencia “caritativa” sobre esa ropa que ya no tienes edad para ponerte o que te hace más gorda.
Posiblemente, será tan “considerado” contigo que te permitirá quedarte en casa y no trabajar, para poco después reprocharte que eres una carga y que gastas demasiado. No te llamará mala madre, pero cuestionará tu manera de educar a los hijos, argumentando que eres “blanda” o que los niños “no te toman en serio”.
Y así, lentamente, pasito a pasito, el maltratador de guante blanco te robará la alegría, la capacidad de decidir por ti misma, la seguridad para opinar, las ganas de relacionarte con otras personas y todo aquello que fuiste antes de caer en sus garras. Es muy probable, además, que cuando ya te vea muy frágil y sin fuerzas, se quite la máscara y pase a ejercer también la violencia física.
Por ello, cuanto antes lo detectes, más fácil te resultará liberarte de él. En el Día contra la Violencia de Género, acabemos con todas las formas de maltrato, incluida la más sutil pero igual de dañina: la violencia psicológica.
016 Teléfono de ayuda a las víctimas de violencia de género.