
La gratitud es un estado emocional muy positivo que se genera cuando reconocemos que nos ha ocurrido algo bueno y, además, vemos que hay una fuente externa que ha hecho posible ese resultado. Existen estudios en los que se ha comprobado que las personas agradecidas tienen mayor índice de bienestar y felicidad en sus vidas. Así que ¿por qué no aprovecharlo y practicar con más frecuencia la gratitud si con ello vamos a ser más felices?
Toma nota de estos cuatro consejos para adoptar una actitud más agradecida ante la vida:
Cambia el chip y observa. No vayas en piloto automático. Durante la próxima semana busca cada día al menos una cosa, pequeña y cotidiana o grande y extraordinaria, por la que te sientes agradecido. Puede ser, por ejemplo, comer todos los días, nadar en la piscina, salir a caminar, jugar con tus hijos, realizar bien tu trabajo, estar sano... Estamos rodeados de cosas buenas que agradecer.
Haz una lista con todas esas cosas buenas. Comprobarás que tu vida está llena de ellas y no te habías fijado. Te ayudará a olvidar o a bajar la atención sobre otros aspectos más negativos o problemáticos de tu existencia.
Practica conscientemente con la palabra gracias. Da las gracias a los demás. A la cajera del supermercado, al vigilante del parking, a la persona que te deja pasar en el ascensor… Pero también a tu pareja, a tus padres, a tus hijos, a tus amigos… Recibirás en la mayoría de los casos una sonrisa y un gesto agradable que te devolverá ese pequeño regalo.
Sé agradecido contigo mismo. Esto a veces es lo más difícil. ¿Cómo se hace? Seguro que al cabo del día haces un montón de cosas positivas: cumplir bien tu trabajo, tus obligaciones familiares, tus relaciones de amistad, cuidar a tus padres o a tus hijos, echar una mano a quien te lo pide... Pues bien, en lugar de verlas como obligaciones que no tienen mérito, ponte delante del espejo y haz un repaso de lo útil que eres cada día.